Ignacio Burgoa Orihuela[1] al referirse sobre este punto nos dice que “El arte es la actividad del hombre tendiente a la realización, en el mundo de la concreción, de valores del espíritu”. En este sentido, el arte del derecho implica realizar una actividad para procurar conseguir la bondad y la justicia, es decir lo bueno y lo justo.
El Derecho es un arte dinámico, no estático, su producción, su obra no se consuma en un resultado determinado como suele acontecer con las demás artes que pueden condensarse en objetos concretos de admiración: una poesía, una pintura, una escultura, una composición musical o literaria.
En el caso de tales obras de arte, su autor puede quedarse tranquilo y satisfecho con su producción, en cambio, el caballero del derecho es por esencia incansable en virtud de que siempre está renovado y recreando su actividad como deber ineludible de su lucha por el Derecho, por su observancia, respeto y perfeccionamiento, justo como decía Don Benito Juárez “La ley ha sido siempre mi espada y mi escudo”.
Aunque la Justicia no es tangible, pensamos que la sentimos cuando nuestra propia naturaleza nos indica que estamos frente a un hecho injusto y para poder expresar nuestro sentido de la justicia, tenemos que transformarla en palabra, sucediendo lo mismo con la poesía, por ello, consideramos que hacer esta manifestación es todo un arte. Pues imaginémonos una justicia o un sentimiento sin palabras: sería una emoción inexplicable.
Por ello, -a todas luces- el auténtico jurista siempre debe ser orador y escritor, que necesita tener una preparación previa de cultura general, para después incursionar al estudio del Derecho e inmediatamente, pensarlo y crearlo: Ius Semper Loquitur.
Así como los poetas cuentan con su numen -las musas Calíope (poesía épica) y Terpsícore (poesía lírica)-, los abogados contamos con nuestro numen jurídico: la Justicia, representada por la diosa Themis.
Todo arte se debe desbordar hacia fuera, por tanto, el Arte del Derecho y la Poesía es pensar y decir uniendo una palabra con otra por medio de la lógica, es hacer que la palabra sea expresada con claridad y belleza.
El jurista, debe emular toda su vida al Caballero de la Triste Figura, don Quijote de la Mancha –pues aunque no era abogado- tenía un espíritu incansable e incesable en pos de la Justicia, en defenderla ante los “tribunales” que formaba con un conjunto de hombre buenos con que se topaba y el Derecho los presidía. Miguel de Cervantes Saavedra sufrió en carne propia lo que eran las injusticias cuando fue llevado a la cárcel, por lo que supo poner en boca del Caballero andante, los más excelsos ideales de la libertad y la justicia.
LA CIENCIA Y EL ARTE DEL DERECHO
La Ciencia y Arte del Derecho se complementan, en virtud de que la primera conlleva su conocimiento y la segunda su facticidad en diferentes objetivos que inciden en la vida del hombre y del entorno que lo rodea.
Cabe decir que en nuestras próximas abordaremos la relación que tiene la filosofía con la poesía y el derecho, destacando algunos personajes que es necesario mencionarlos por su filosofía y también por el hecho de ser… Bardos y Juristas.
Postea y expresa tu opinión!
[1] Burgoa Orihuela, Ignacio, El Jurista y el Simulador del Derecho, Ed. Porrúa, México, 1997, pág. 31-32.