abril 09, 2007

BARDOS Y JURISTAS



Alguien dijo alguna vez que los abogados solemos ser poetas, simplemente, porque a la hora de elegir nuestra carrera profesional suponemos defender –aunque no la conozcamos- la idea de la justicia. Así, nos adentramos en la abogacía por el camino esencialmente emocional, queremos convertirnos en un auténtico Quijote de la Mancha y quién, teniendo ese espíritu de poeta, no siente en su sangre y en sus huesos el llamado del corazón por todas las pequeñas y grandes injusticias que percibimos a nuestro alrededor.

Una vez elegida nuestra profesión, durante las clases cursadas, poco a poco nos vamos dando cuenta que la erudición es el arma poderosa por excelencia en el ejercicio de la abogacía, y díganme, ¿qué poeta no se siente erudito, con facilidad de expresión? y además ¿qué poeta no se siente -a veces con toda razón-, dueño del total carisma?. Y el carisma tiene que tener fundamental importancia ante los jueces.

Después, ese joven poeta advierte, una vez obtenido su tan ansiado título de Licenciado en Derecho, que no ha elegido mal su carrera, porque en el ejercicio de la profesión, en la docencia, en la investigación ha comprendido que hay poesía, que hay creación, que hay belleza… ¡que hay arte!.

En el caso del estudiante de derecho a nivel licenciatura o postgrado, cuando incursiona en la metodología jurídica, es a partir de ahí cuando el poeta que todos llevamos dentro –por medio de su numen- dará ese toque a la imaginación que le permitirá buscar nuevas ideas y redundará en una facilidad para redactar sus tareas, sus libelos, sus informes.

Lo que si nos parece muy correcto es que hablar de la poesía y el derecho es una de las cosas más gratificantes para quien ha tenido el placer de entender y gozar de su lectura -tanto a una como a otro-.

Hay diferentes referencias históricas sobre la poesía del derecho, ha habido poetas y abogados o abogados y poetas que han tocado alternativamente la poesía y el derecho, como las personas que mencionaremos posteriormente en una nueva entrada en el presente blog.

El bardo y el jurista –acompañados de la cultura- tratan de expresar una emoción o un sentimiento con el fin de que la persona receptora o leedora de las palabras, comprenda lo que se quiso expresar. Lograr este fin, es un verdadero arte que nadie lo puede negar.


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10 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo, me agrada lo que lo que ha escrito por como lo ha escrito y por lo que dice, por la reflexión a la que nos mueve y por el agradable sabor que deja su lectura.

Será acaso que las musas del abogado y las musas del poeta, están a la espera disputando a quienes pertenecen a la “estirpe del ideal”, a quienes con su adarga al brazo estan listos para la batalla,?.
Me refiero no solo a la batalla en los tribunales sino a la batalla cotidiana por mejorar todo lo que vivimos por hacer de la palabra un instrumento de justicia.

Ciertamente muchos poetas son abogados y muchos abogados son poetas, si lo sabré yo, que me he deleitado leyendo poemas de abogados y poetas, de poetas y abogados.

Creo que en la poesía y en el derecho convergen de manera extraordinaria el ideal de justicia, los valores, la esperanza de un mañana siempre mejor, el don de la palabra y la búsqueda constante de ser mañana mejor que hoy.

Gracias, por este artículo, espero con singular alegría y emoción los que siguen, porque este tema, dará para muchas páginas.

Vicky*

Anónimo dijo...

Vivo en Oaxaca, un estado en el que las emociones y los sentimientos pueblan con gran colorido nuestro ambiente, aquí el arte se respira a diario, se vive y se siente, en ocasiones hasta de manera inconsciente, y por lo tanto pasa desapercibido para quienes tenemos la fortuna de estar aquí, y muchas veces nos perdemos la oportunidad de disfrutar a plenitud lo que se nos da.

En estas tierras los ancestros transmitieron de manera indeleble el sello de los ideales, la creatividad, el deseo innato de ver más allá de las palabras, de los sueños, de las luchas y los ideales, Oaxaca es cuna de grandes abogados, pero también de grandes poetas.

Que bien que hablemos de los abogados que además son poetas y de los poetas que además son abogados, por supuesto en el termino poeta estoy pensando en hombres y mujeres, porque seguramente hay abogadas que también son poetas, y poetas que son abogadas.

Ojalá y tenga considerado escribir de abogadas y poetas, para saber más de ellas, de mujeres tan valiosas que han combinado poesía y abogacía, y que han esgrimido en sus argumentaciones poéticas y jurídicas la palabra certera, fuerte, aquella que logra abrir de tajo, la que muestra la realidad, la que da luz al entendimiento y al conocimiento, la que rompe injusticias y construye peldaños para alcanzar la justicia.
Virginia García Cordero.
Oaxaca, Oax.

Anónimo dijo...

El buen abogado, en mi opinión, es un ser dotado de gran sensibilidad, como debieran ser todos los profesionales de las áreas humanísticas. Aunque, si bien, se dice por ahí, que área del conocimiento no es humanista?.
Es importante inculcar, a las nuevas generaciones de abogados, estas ideas, sino a la poesía, a otras manifestaciones del arte, pues cualquiera de ellas permite desarrollar esa parte del ser humano que en ocasiones permanece arrinconada o apartada, sin poder expresarse.
Me adhiero a la idea, gracias por compartirla.

Lilia

Yanela dijo...

Este articulo me ha hecho reflexionar en la intención primaria de algunos abogados y la brecha tan corta que existe entre lograr la justicia y ganar un caso. A veces como abogados cuenta mucho mas lo segundo que lo primero. Sin embargo, creo fielmente que un poeta-abogado es ciertamente parte del "linaje de Realeza", quienes gustan de filosofar y encontrar en las palabras su sentido "amplisismo" que lleve a mover los mismos cimientos de nuestra Sociedad, y quiza un día en verdad "lograr un poco de justicia", aunque esto implique desigualdad a otra parte.
!Excelente reflexion y poeta! Que de poeta y locos, todos tenemos un poco....

Anónimo dijo...

felicidades por el articulo, yo no soy abogada y no habia echo consiente la relacion que existe entre la abogacia y la poesia a lo largo de la historia, pero es cierto, efectivamente, yo misma he tenido amigos y amigas que son abogado (a)s y poetas u oradores y es bello tener amigos y amigas con esas cualidades.

Seguiré al pendiente de su pagina.
Itai Gomez Reyes

Anónimo dijo...

Muy buenos comentarios mis queridas colegas, pues es bueno tu articulo, como siempre tan propio, algo que me queda de el es el link el cual lleva al perfil de abogado, me quedo con el, ya que lo quiero tener en toda mi piel y recordarlo siempre.

Pues como ellas seguimos en la espera del próximo artículo.

saludos,

MIRANDA

Anónimo dijo...

En hora buena buen poeta pero mejor abogado, maestro y amigo.

Vaya que despiertas a la reflexión e inquietas a la conciencia de si el camino escogido (como abogado)esta siendo bien recorrido y mejor aprovechado, como profesional y como ser humano de ciertas luces de justicia frente a sus hermanos hambrientos de justicia que se debaten en esta tierra maltratada.

Pero que puede hacer un abogado frente al reto de la justicia si también se encuentra hambriento o acaso como el poeta en ciernes deberá continuar escribiendo hasta que la gloria lo descubra?

José Luis Sánchez

Anónimo dijo...

Profesor Burgoa, tiene usted mucha razón. Muy adentro de nuestro ser, aletea una paloma blanca. El ser humando es más tendente al bien que al mal. Muy a su pesar, quienes no opinan esto habrán de descubrir alguna vez que se siente bien ayudar a otros en nombre de ese valor tan difuso, pero tan fuerte y profundo como es la justicia.
Igual que algunas compañeras quisiera saber más de los abogados poetas y más aún de las abogadas poetas.
Deseo a todos que nunca pierdan de vista el fondo humanista de la carrera de Derecho.
Habrá ocasiones que lo que se haga por nuestra no sea legal, acaso moral, pero la sincera búsqueda de la justicia nos redime.

Martha Preciado

Anónimo dijo...

“Piensa”: El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando. Ten fe en el derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana, en la justicia como destino normal del derecho, en la paz como sustitutivo bondadoso de la justicia, y sobre todo ten fe, sin la cual no hay derecho, ni justicia ni paz. “Olvida”: La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueses cargando tu alma de rencor, llegara un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.

Excelente artículo, tienes razón entré el Derecho y la Poesía existe una gran relación, es extraordinario la forma en que te expresas!

Fabiola Gz.

Anónimo dijo...

La palabra pensada, escrita o hablada produce un impacto que causa diferentes sensaciones, las cuales podemos identificar al momento de analizar nuestro estado de ánimo luego de oírlas, pensarlas o expresarlas de manera verbal o escrita.

Cuando un escritor o poeta se dispone a escribir las palabras que generarán una obra, intenta trasmitir al receptor sus sentimientos más profundos al momento de plasmarlas. Si las palabras no generaran vibraciones diferentes al igual que las notas musicales que también se componen de letras, no habría dicha transmisión y con total convicción diría que efectivamente las palabras son llevadas por el viento como son arrastradas las hojas secas que caen de los árboles en el otoño yendo a parar a cualquier lado. Por el contrario, las vibraciones de las palabras terminan por alojarse en las raíces más profundas de nuestra existencia humana y son poseedoras de un poder constructor o destructor descomunal; aun mucho más que el más poderoso de los huracanes.

Las palabras, cualquiera sea su pertenencia y vibración contienen una magia única y son tan maravillosas como los silencios. Estas al igual que todas las artes nos brindan la posibilidad de expresarnos; sólo por ello debemos estar agradecidos al cielo de su existencia. Somos pintores dibujando palabras y silencios que a través de los distintos colores generan sentimientos; sentimientos que son lo único que vamos a llevarnos al momento de partir. Lo material es tan efímero como la vida en el planeta y tan fugaz como una estrella que vemos pasar en el cielo.

Att.

Fabiola Gz.