agosto 06, 2017

Portal del Centenario de la Constitución

Los invito a que conozcan el portal de la Conmemoración del Centenario de la Constitución que fue elaborado por el Instituto Nacional de Estudios Históricos (INEHRM) y cuya dirección es: www.constitucion1917.gob.mx
  

Sobre este sitio de Internet, les comparto algunas notas:





5 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente, y usted tan sencillo, humilde y gran persona.

Jorge Enrique Jiménez Rice dijo...

98º Aniversario de la Promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El presente ensayo versa, en una perspectiva personal, acerca de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; la relevancia de nuestra Carta Magna se abordará desde el punto de vista de la teoría contractualista del Estado; asimismo, veremos su enfoque como norma suprema asimilada mediante el estudio de la Teoría de la Constitución; en ciernes tenemos, en el año 2017, el próximo centenario de su promulgación, ello nos invita a realizar un análisis histórico de la misma.
En primera instancia, reconocemos que nuestra Carta Magna se erige como el documento que contiene y plasma ese contrato social que Hobbes, Locke y Rousseau describen, una forma acordada de apreciarla es como compromiso escrito de carácter impero atributivo que los habitantes y ciudadanos de México adquirimos, aceptamos y nos otorgamos como Ley Fundamental. Sabemos también, que es la norma de normas; aquella Ley sobre la cual no existe otra superior y que así ejerce su supremacía en el marco jurídico nacional.
Por lo tanto, entendemos que sus preceptos y mandatos rigen nuestro diario acontecer en el mundo jurídico, sabemos que su parte dogmática contiene nuestros derechos fundamentales mientras que su parte orgánica nos otorga una función y sentido en la organización del Estado formalizando sus tres elementos esenciales: el territorio nacional, los requisitos para ser mexicano y la estructura de las funciones gubernamentales.
Ahora bien, desde 1917 a la fecha, el mundo ha cambiado de diversas maneras: vivimos la consolidación del modelo capitalista neoliberal; inmerso en esta dinámica, nuestro país se ha transformado sustancialmente y paralelamente nuestra Constitución también lo ha hecho; más de seis centenas de cambios en su articulado lo manifiestan. Por lo tanto, la Constitución se muestra como una norma viva que se transfigura periódicamente, se presume que al ritmo de los intereses de los ciudadanos mexicanos, o así debería serlo. Las instituciones jurídicas y los órganos estatales vigentes dan cuenta de ello y nuestra realidad objetiva nos allega como elemento integrante del mundo globalizado.
De ahí se sigue que, la prevalencia y realización de nuestra ciudadanía se establece en ella; por eso, es nuestro deber y obligación como ciudadanos mexicanos: conocerla, hacerla valer e inclusive participar en su transformación, es decir hacer que la Constitución se haga vívida a través de todos nosotros.
Lo anterior sólo puede ser cierto si llevamos a la práctica una búsqueda de la justicia social en la que desaparezca la miseria y se establezca una igualdad económica, que se asegure una existencia digna que permita desarrollar plenamente las aptitudes y disfrutar de las libertades esenciales del ser humano y así gozar de los beneficios de la civilización y la cultura.
Así tenemos, por así decirlo, un programa de vida jurídica para nuestro destino histórico, ya sea desde la figura personalísima y también para nuestro quehacer como animales políticos aristotélicos. Del mismo modo sabemos que, por lo menos en teoría, nuestras libertades clásicas están garantizadas ante el gobierno y ante la vista de la comunidad internacional, es decir que pertenecemos a una comunidad global con un sentido progresivo de nuestra búsqueda de la felicidad.

Jorge Enrique Jiménez Rice dijo...

98º Aniversario de la Promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El presente ensayo versa, en una perspectiva personal, acerca de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; la relevancia de nuestra Carta Magna se abordará desde el punto de vista de la teoría contractualista del Estado; asimismo, veremos su enfoque como norma suprema asimilada mediante el estudio de la Teoría de la Constitución; en ciernes tenemos, en el año 2017, el próximo centenario de su promulgación, ello nos invita a realizar un análisis histórico de la misma.
En primera instancia, reconocemos que nuestra Carta Magna se erige como el documento que contiene y plasma ese contrato social que Hobbes, Locke y Rousseau describen, una forma acordada de apreciarla es como compromiso escrito de carácter impero atributivo que los habitantes y ciudadanos de México adquirimos, aceptamos y nos otorgamos como Ley Fundamental. Sabemos también, que es la norma de normas; aquella Ley sobre la cual no existe otra superior y que así ejerce su supremacía en el marco jurídico nacional.
Por lo tanto, entendemos que sus preceptos y mandatos rigen nuestro diario acontecer en el mundo jurídico, sabemos que su parte dogmática contiene nuestros derechos fundamentales mientras que su parte orgánica nos otorga una función y sentido en la organización del Estado formalizando sus tres elementos esenciales: el territorio nacional, los requisitos para ser mexicano y la estructura de las funciones gubernamentales.
Ahora bien, desde 1917 a la fecha, el mundo ha cambiado de diversas maneras: vivimos la consolidación del modelo capitalista neoliberal; inmerso en esta dinámica, nuestro país se ha transformado sustancialmente y paralelamente nuestra Constitución también lo ha hecho; más de seis centenas de cambios en su articulado lo manifiestan. Por lo tanto, la Constitución se muestra como una norma viva que se transfigura periódicamente, se presume que al ritmo de los intereses de los ciudadanos mexicanos, o así debería serlo. Las instituciones jurídicas y los órganos estatales vigentes dan cuenta de ello y nuestra realidad objetiva nos allega como elemento integrante del mundo globalizado.
De ahí se sigue que, la prevalencia y realización de nuestra ciudadanía se establece en ella; por eso, es nuestro deber y obligación como ciudadanos mexicanos: conocerla, hacerla valer e inclusive participar en su transformación, es decir hacer que la Constitución se haga vívida a través de todos nosotros.
Lo anterior sólo puede ser cierto si llevamos a la práctica una búsqueda de la justicia social en la que desaparezca la miseria y se establezca una igualdad económica, que se asegure una existencia digna que permita desarrollar plenamente las aptitudes y disfrutar de las libertades esenciales del ser humano y así gozar de los beneficios de la civilización y la cultura.
Así tenemos, por así decirlo, un programa de vida jurídica para nuestro destino histórico, ya sea desde la figura personalísima y también para nuestro quehacer como animales políticos aristotélicos. Del mismo modo sabemos que, por lo menos en teoría, nuestras libertades clásicas están garantizadas ante el gobierno y ante la vista de la comunidad internacional, es decir que pertenecemos a una comunidad global con un sentido progresivo de nuestra búsqueda de la felicidad.

Jorge Enrique Jiménez Rice dijo...

Salvador Alvarado: Un gran precursor del derecho constitucional mexicano en material laboral.
Un interesante texto del Dr. Diego Valadés se puede consultar en:
http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/1/188/25.pdf

Mario López Martínez dijo...

Muy bien, casi me sonó al discurso de la secundaria.... Saludos.