septiembre 09, 2008

Sancho Panza y la Impartición de Justicia

Entró en el juzgado una mujer asida fuertemente de un hombre vestido de ganadero rico, la cual venía dando grandes voces, diciendo: ¡Justicia, señor gobernador, justicia, y si no la hallo en la tierra, la iré a buscar al cielo! Señor gobernador de mi ánima, este mal hombre me ha cogido en la mitad dese campo, y se ha aprovechado de mi cuerpo como si fuera trapo mal lavado, y, ¡desdichada de mí!, me ha llevado lo que yo tenía guardado más de veinte y tres años ha, defendiéndolo de moros y cristianos, de naturales y estranjeros; y yo, siempre dura como un alcornoque, conservándome entera como la salamanquesa en el fuego, o como la lana entre las zarzas, para que este buen hombre llegase ahora con sus manos limpias a manosearme. Aun eso está por averiguar: si tiene limpias o no las manos este galán dijo Sancho.

Y, volviéndose al hombre, le dijo qué decía y respondía a la querella de aquella mujer. El cual, todo turbado, respondió: Señores, yo soy un pobre ganadero de ganado de cerda, y esta mañana salía deste lugar de vender, con perdón sea dicho, cuatro puercos, que me llevaron de alcabalas y socaliñas poco menos de lo que ellos valían; volvíame a mi aldea, topé en el camino a esta buena dueña, y el diablo, que todo lo añasca y todo lo cuece, hizo que yogásemos juntos; paguéle lo soficiente, y ella, mal contenta, asió de mí, y no me ha dejado hasta traerme a este puesto. Dice que la forcé, y miente, para el juramento que hago o pienso hacer; y ésta es toda la verdad, sin faltar meaja.

Entonces el gobernador le preguntó si traía consigo algún dinero en plata; él dijo que hasta veinte ducados tenía en el seno, en una bolsa de cuero. Mandó que la sacase y se la entregase, así como estaba, a la querellante; él lo hizo temblando; tomóla [la] mujer, y, haciendo mil zalemas a todos y rogando a Dios por la vida y salud del señor gobernador, que así miraba por las huérfanas menesterosas y doncellas; y con esto se salió del juzgado, llevando la bolsa asida con entrambas manos, aunque primero miró si era de plata la moneda que llevaba dentro. Apenas salió, cuando Sancho dijo al ganadero, que ya se le saltaban las lágrimas, y los ojos y el corazón se iban tras su bolsa: Buen hombre, id tras aquella mujer y quitadle la bolsa, aunque no quiera, y volved aquí con ella. Y no lo dijo a tonto ni a sordo, porque luego partió como un rayo y fue a lo que se le mandaba.

Todos los presentes estaban suspensos, esperando el fin de aquel pleito, y de allí [a] poco volvieron el hombre y la mujer más asidos y aferrados que la vez primera: ella la saya levantada y en el regazo puesta la bolsa, y el hombre pugnando por quitársela; mas no era posible, según la mujer la defendía, la cual daba voces diciendo: ¡Justicia de Dios y del mundo! Mire vuestra merced, señor gobernador, la poca vergüenza y el poco temor deste desalmado, que, en mitad de poblado y en mitad de la calle, me ha querido quitar la bolsa que vuestra merced mandó darme. Y ¿háosla quitado? preguntó el gobernador. ¿Cómo quitar? respondió la mujer. Antes me dejara yo quitar la vida que me quiten la bolsa. ¡Bonita es la niña! ¡Otros gatos me han de echar a las barbas, que no este desventurado y asqueroso! ¡Tenazas y martillos, mazos y escoplos no serán bastantes a sacármela de las uñas, ni aun garras de leones: antes el ánima de en mitad en mitad de las carnes! Ella tiene razón dijo el hombre, y yo me doy por rendido y sin fuer-zas, y confieso que las mías no son bastantes para quitársela, y déjola.

Entonces el gobernador dijo a la mujer: Mostrad, honrada y valiente, esa bolsa. Ella se la dio luego, y el gobernador se la volvió al hombre, y dijo a la esforzada y no forzada: Hermana mía, si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa le mostrárades, y aun la mitad menos, para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza. Andad con Dios, y mucho de enhoramala, y no paréis en toda esta ínsula ni en seis leguas a la redonda, so pena de docientos azotes. ¡Andad luego digo, churrillera, desvergonzada y embaidora!

Espantóse la mujer y fuese cabizbaja y mal contenta, y el gobernador dijo al hombre: Buen hombre, andad con Dios a vuestro lugar con vuestro dinero, y de aquí adelante, si no le queréis perder, procurad que no os venga en voluntad de yogar con nadie. El hombre le dio las gracias lo peor que supo, y fuese, y los circunstantes quedaron admirados de nuevo de los juicios y sentencias de su nuevo gobernador: Sancho Panza!

Qué les parece???!!! –digo- leer, releer y recordar este clásico de la literatura universal: “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra, usualmente a nosotr@s l@s abogad@s y a l@s que no lo son, nos hace reflexionar si en México, nuestros ministros, magistrados y jueces, imparten justica???

Sobre este tema, escribiremos en otra entrada… mientras no olvides postear tu opinión!!!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

muy buena recomendación para los jueces, asi como; la acción del Juicio que se sitúa en el palacio de Salomón, y su escenario es el vestíbulo del trono, en donde el monarca israelita impartía justicia (I Libro de Reyes, 3:16-28). Ante él comparecen dos prostitutas, las cuales han dado a luz sendos niños, de los que sólo uno ha sobrevivido. Ambas reclaman la maternidad del recién nacido. Salomón solicita una espada y ordena partir al niño en dos y entregar cada mitad a una de las mujeres. La verdadera madre, no pudiéndolo soportar, renuncia a su parte para salvar la vida del niño, pero la otra pide que lo partan. De este modo Salomón sabe cuál es la madre auténtica, a la que entrega el recién nacido. Suele ser una alegoría de la Justicia y la Prudencia, muy adecuada para zonas de gobierno o tribunales de justicia. El segundo episodio recoge el momento en el que la Reina de Saba, al haber tenido noticia de la construcción del famoso templo de Salomón, fue a poner a prueba con sus enigmas al rey de Israel. Salomón resolvió todas sus cuestiones y la Reina de Saba admitió su sabiduría y la belleza del templo entregándole aromas, oro y maderas de sándalo. La alegoría en este caso es de la Sabiduría, y es muy adecuada por tanto para bibliotecas o salones de Consejos

BVC dijo...

La verdad es que en la literatura universal nos encontramos con variados casos en que ciertos personajes cuentan con una sabiduría celestial a fin de impartir justicia con equidad y proporcionalidad, pero desgracidamente en la realidad yo creo que muy poca gente tiene ese toque de sabiduría salomonica, hay un refran que un querido Maestro de la honorable Facultad de Derecho nos dijo en alguna de sus asesorías, desgracidamente en el sistema de impartición de la justicia mexicana "Con dinero baila el perro pero sin dinero bailas como perro" situación triste ya que se nos ha dicho que la justicia es ciega que es objetiva, realmente es así? o entran cierto tipo de intereses personales, políticos, económicos, etc.. lo que me queda claro es que no se debe perder la esencia de la Justicia.

Anónimo dijo...

El sistemma de imparición de justicia "legorica" de nuestro país, se resume en una palabra.

"Legalidad" en los procedimientos.

Una bestia es uan bestia, aunque yo la quiera llamar "persona".

Anónimo dijo...

Muy buena recomendación. Ojalá que la sabiduría salomónica fuera una característica de nuestros jueces.